
la imaginación de la pulga, puede ver libre, en la historia.
Ahí estaba yo, a los pies de una inmensa columna de piedra, en ella tallada los rostros de la historia y sobre ésta, sostenida inexplicablemente, una inmensa plataforma de metal que cubría todo el gran patio de piedra como si pendiera de un hilo, difícil decir si el cielo sostenía al suelo o era al revés, sería inútil mencionar mi relación de proporción con aquel monumento, tan solo puedo decir que me ubicó en el lugar ideal, el de la insignificancia, en el lugar de una pulga frente a su futuro anfitrión ansioso por succionar un poquito de la sangre de la historia que éste lugar prometía. Así estaba yo, con el potencial de una brisa que se enfrenta a una montaña, dispuesto a observar tranquilo mi pasado, sin ansias ya que los hechos, hechos están, un hombrecito del presente puede escribir cuanto quiera del pasado y sin embargo éste, se mantendrá inamovible como una montaña que se enfrenta a una brisa.
Al entrar a la primera sala me enfrenté de bruces con un modelo hiperrealista de Lucy, la mujer antropomórfica más antigua que se ha encontrado, está a punto de caminar, le brillan los ojos, sus pelos se mueven al viento, está dispuesta a envolver en su útero nuestra historia y nuestro futuro, y aun así a seguir caminando sin importarle el peso. La sala muestra en delicadas maquetas los pasos de nuestros primeros antepasados, de esos que aun eran frágiles animales con mentes sofisticadas que vagaban intentando sobrevivir entre los tobillos de mamíferos gigantes. Una maqueta en especial muestra a diez hombres luchando contra un mamut que se hunde en el lodo, los hombres portan las lanzas y su inteligencia y sin embargo mueren varios mueren y otros salen heridos, la bestia es inabarcable, es indomable, la bestia por sobre todas las cosas no está explicada aun.
Me imagino a estos hombres sin suficientes palabras para describir su mundo como seres sensoriales aun viviendo en una zona en que los conceptos no vencían a la sensación y en que lo inexplicable era pan de cada día. Así, me veo como un adolescente en la prehistoria, agudizando los sentidos, el animal más grande que he visto en mi vida es un venado que una vez logramos cazar, ahora estoy apunto de cazar un roedor para alimentar a mi mujer embarazada, no conozco de vastedades, toda mi vida he habitado en un bosque, huelo algo distinto, siento temperaturas anormales, y es que sin saberlo me estoy acercando a los límites del bosque del cual nunca he salido, se me escapa la presa, descanso unos segundos, veo luz a lo lejos, me acerco a ésta y llego a un pequeño claro, a la distancia escucho algo, es como el galopar de un venado pero tan fuerte como nunca lo he escuchado, me quedo en silencio para oír, mi corazón se acelera, está cada vez más cerca, es un sonido tan potente y mis oídos son tan puros que parece venir de otro mundo, excede los parámetro de mi realidad, al ruido lo acompaña un bufido, me pego al árbol que está a mi espaldas con todas mis fuerzas, el sonido ya está por llegar, en cualquier momento aparecerá en mi vista. Irrumpe inmenso como un estallido en el claro, más grande que cualquier criatura que yo haya visto antes, con enormes cuernos y una energía inmensurable que me hacer sentir muerto frente a tanta vida, mi aliento se paraliza por unos segundos y la bestia pasa, sigue de largo, yo vuelvo a la vida, como tocado por una energía poderosísima, estoy tiritando, corro de vuelta a donde me espera mi tribu y comienzo a reír, acaba de pasar frente a mí lo jamás contenido, la energía imparable, deseo llegar y pintar lo que acabo de ver, deseo poder contener aunque sea la sombra de su sombra en las murallas de una cueva, poder abarcar a la criatura aunque sea en el sentido más abstracto. Y entonces creo, genero colores, genero líneas, todo para ser parte de esa energía inexplicable).
La siguiente sala muestra los primeros artefactos generados por el hombre, ya sea rituales o prácticos, casi todos contienen figuras animales, capturan esa energía de la naturaleza que ya no se escapa de los dedos, ya que ahora somos capaces de hablar sobre eso, de esculpir sobre eso, de rodearlo conceptualmente en nuestros cerebros, de asociarlo con nuestras vivencia e imaginaciones, gracias a que la historia ya ha sido contada, a que nuestros antepasados ya vivieron el asombro para incorporarlo. Me da la sensación que lo que quieren decir esas jarras con caras de jaguares que decoraban los hogares precolombinos, es, nosotros nos sorprendimos, nos asustamos, pero ahora abarcamos, contenemos e incluso somos parte de esas energías inexplicables, gracias a que podemos contar historias sobre ellas, gracias a que nuestro lenguaje es capaz de abrazarlas.