Parado frente a este comité y sabiendo que mis peticiones no serán escuchadas, me atrevo a hacer una declaración que toca la fibra más sensible de mis compromisos ideológicos, creo que todas mis eternas cavilaciones, compañeros, están resumidas en la pequeña reflexión que me preparo a brindarles. Tiene también que ver con los impulsos a lo largo de mi carrera investigativa que nunca han llegado a concretarse, por el simple motivo de que yo, tanto como ustedes, y como quizás todos los hombres de hoy en día, sea un cobarde.
La petición es simple, pude sonar profética o apocalíptica, pero no lo es, es solo que al abandonarlos me siento parado frente a un abismo que me llena de urgencia. Quisiera, que desde hoy volcaran su mirada a los niños, no para enseñarles sino que para aprender de ellos. Quisiera saber observando a los niños: quién es el mago, quién es el artista, quién es el político. Siento que ellos podrían demostrárnoslo tanto mejor. Miren a un grupo de niños jugando y reconozcan qué roles cumplen, ahí está la humanidad señores, lo que aquí practicamos es la perversión, no hacemos más que cumplir expectativas de otros mientas la vida se nos pasa estancados en la burocracia, un niño no pierde un minuto y si parece que pierde, es porque se está conectando con cosas auténticas. Así señores abandonen sus escritorios y vayan a jugar con sus hijos a ver si de una vez por todas generamos algo, entre tantas buenas intenciones que el tiempo ahoga. Eso haré yo, caballeros, los abandono.
Después de que cerró la puerta nadie se atrevía a mirarse las caras, algunos cuantos hubieran querido buscar complicidad en otras miradas pero prefirieron ahorrarse la vergüenza que pasarían en caso de no hallar la empatía. Por otro lado, Él, el que logró ser auténtico, se irá… buscará en su interior al niño que perdió y encontrará qué rol cumplir en este mundo, un rol más puro, sin pretensiones superficiales… tal vez lo logre, quién sabe. El punto es que la historia se trata de él y no del montón de huevones que se quedaron mirando.
29 abr 2010
28 abr 2010
UNO QUE INÚTILMENTE DUDA DEL CENTRO
Nos pasamos buscando centros, es una obsesión inútil, no me refiero a centros de acopio o a centros de madres, que dependiendo de la edad de las madres puede llegar a ser lo mismo, me refiero a centros más abstractos, o más concretos, no sé si viene de una noción figurativa o viene de alguna armonía interna, de esas que solo los sabios o los charlatanes han logrado ver. Esto lo digo porque dudo que algo real tenga un centro exacto, aun así, nosotros métale buscando centros, he llegado a creer que inventamos el círculo para poder imaginarnos algo con un centro exacto. Aunque tengo especial afecto por los círculos me refiero a unos centros más metafísicos si se quiere. ¡Vuelve a tu centro! Le han dicho a más de uno… no sabemos qué hacer, más se nos pierde cuando intentamos enfocarlo, primero dime donde está y luego pienso si es que puedo llegar, porque para mí que hay un laberinto a ese centro y seguro que está mal calculado y al final quedas parado al lado pero contento, como la mayor parte de las veces creyendo que lo has hecho bien. Algunos van más lejos y dicen que el centro ese, está ubicado a medio camino entre el inconsciente y el yo consciente, para mí que se complican, está bien, me miro a mí mismo, pero, mis ojos no están al centro, están uno a cada lado, mis orejas, mis manos, mis rodillas y mis fémur también. Qué pasaría si buscáramos un lado en vez de un centro, media vuelta a los intelectuales y a los místicos: un lado. Si los juntáramos a todos y les dijéramos que el meollo del asunto, como sospechábamos, efectivamente no está al centro sino que está a un costado, ahí donde molesta y desequilibra, jode pero bueno ya es una verdad irrefutable, un costado ¡qué molesto, que indigno! los reyes ha diferencia de los niños con sus gorras, nunca han usado las coronas hacia un lado. Ya veo como se inquietarían los sabios en sus sillas, como intentando rascarse una extremidad amputada. Puedo apostar que se levantarían las faldas de sus teorías y se pararían encima del punto que les indicamos para volverlo el centro a la fuerza, de hecho creo que lo han hecho todo el tiempo, quizás haya que estar más atento, quizás cuando se levantan la falda podemos ver porqué les gusta tanto el centro.
La verdad es que, es que bueno, respecto a esto, sí hay en el cuerpo algunas partes que sí están en el centro, está bien, estaba manipulando información, se trata, en primer lugar de la boca, que cada vez que la uso para cosas indebidas tales como hablar termino por cansarme más de ella; por otro lado está el ano, que es aunque la boca lo resienta, el lugar más expresivo del cuerpo, mis respetos a ese centro; y el centro de entre todos los centros, nuestros penes y vaginas, los imanes de las masas, donde todos los animales olfatean, el centro exacto del hombre de Vitruvio, cuando pensamos desde ahí no dudamos dentro de lo posible, tal vez por eso intuimos que en el centro está la gran cosa, la gran respuesta, quizás tiene más que ver con experiencias que con teorías, que bonito sería si así fuera.
Después de todo quizás tenga algo de sentido esa obsesión, o por lo menos un origen, aunque si alguien algún día dice que ha encontrado el centro, habrá que recordarle que le ha echado demasiada agua al fuego, o bien que está hablando en un momento en que debería estar concentrado en otras faenas, no sé si me explico.
La verdad es que, es que bueno, respecto a esto, sí hay en el cuerpo algunas partes que sí están en el centro, está bien, estaba manipulando información, se trata, en primer lugar de la boca, que cada vez que la uso para cosas indebidas tales como hablar termino por cansarme más de ella; por otro lado está el ano, que es aunque la boca lo resienta, el lugar más expresivo del cuerpo, mis respetos a ese centro; y el centro de entre todos los centros, nuestros penes y vaginas, los imanes de las masas, donde todos los animales olfatean, el centro exacto del hombre de Vitruvio, cuando pensamos desde ahí no dudamos dentro de lo posible, tal vez por eso intuimos que en el centro está la gran cosa, la gran respuesta, quizás tiene más que ver con experiencias que con teorías, que bonito sería si así fuera.
Después de todo quizás tenga algo de sentido esa obsesión, o por lo menos un origen, aunque si alguien algún día dice que ha encontrado el centro, habrá que recordarle que le ha echado demasiada agua al fuego, o bien que está hablando en un momento en que debería estar concentrado en otras faenas, no sé si me explico.
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