Escribo desde una caseta de lata sobre palafitos de hierro ubicada en el desierto de Atacama. Las estrellas se reflejan en las tuercas oxidadas que me sostienen, no hay luna, el desierto es como la boca de un lobo y he decidido apagar mi lámpara, es que sentía como que me separaba del resto del desierto. Desde allá arriba me vigila el altiplano, su presencia me calma, como una pileta silenciosa en un salón de piedra. Solo mantengo encendida la radio, una radio antigua que me regalo mi abuelo cuando supo que me venía a retirar al desierto, fue también él quien me enseño de letras y pensamientos, él es en mi memoria como otra pileta silenciosa; y los chicharreos de su antigua radio, lo atrofiado de sus parlantes y su poderosa señal, me acercan a él, como marcando un tiempo, distinto a otro, un tiempo en que su muerte no es un problema, solo un hecho.
"Hinzpeter ministro del interior, vela por la seguridad nacional y ordena allanar varias casas OKUPAS por el llamado "caso bomba", se busca desarticular una red terrorista que estaría siendo financiada desde una cuenta en las Islas Caimán. Se ha comprobado que dichas redes poseen una jerarquía muy articulada y que representan un peligro para la ciudadanía".
Apago la radio. Cuando escucho Islas Caimán suenan en mi cabeza maracas y tambores, aparecen frente a mí bailando palmeras y la luna que hoy se ausenta. Comienzo a rolar un tabaco mirando hacia donde sé que está la ciudad, donde sé que también escuchan la radio y probablemente creen en lo que el ministro dice. Exhalo y pienso, no quiero tropezarme con mis propias ideas, ni que mis pasiones me precipiten a reflexiones desmesuradas. Pero es que... el concepto terrorista queda dando vueltas en mi cabeza como un pajarito en su jaula. Terrorista. Te-rro-ris-ta.
Mi imaginación se va a blanco y negro, veo el pasaporte de mi madre en el año 73, en este decía que ella era terrorista o estaba ligada a acciones terroristas, mi madre había nacido el 71. No puedo sino reír un poco, frente al silencio del desierto mi corazón logra estremecerse con el suave sonido de mi risa, risa para mí. Terroristas... me pregunto si en la colonia los indígenas habrán sido los terroristas, o los independentistas, o los socialistas, o los liberales en la URSS. Me siento más que nunca en una colonia, me parece absurdo esta colonia pintada de libertad, siento como si es que sin escogerlo estuviera en un bando, en uno de los dos bandos que quieren al mundo en sus manos. Para mí se supone que unos son los terroristas, pero para alguien que está del otro lado, los soldados imperiales deben ser los terroristas. Si el terrorista es un paco o es el anarquista, solo depende del punto de vista, son protectores de distintos ordenes que terminan contribuyendo al caos. Ahora, en este caso en particular ¿qué orden defiende el estado? ¿el orden del mercado, el derecho al consumo, a mantener el poder donde corresponde, el orden en que nos ordenan la tele y los diarios, el orden en que con una luma nos enseñan a vivir? Como siempre que pienso en estas cosas, se me humedecen un poco los ojos, creo que el llanto no cae porque me parece una causa perdida, como si fuese una injusticia fundamental la que nos rodea, como que viniera adjunta al tiempo. El tabaco me hace toser y diluye estas ideas en el aire. Finalmente me quedo con la siguiente reflexión: somos una pequeña colonia del imperio gringo, puede ser que todo haya empezado el 73, quizás el 89 o quizás antes. Tenemos ideales claros, la producción y el consumo, sin importar que no nos beneficie directamente, tenemos fe en el chorreo. Hay esencialmente una cosa que interrumpe nuestro status quo, la libertad de actuar fuera de sus márgenes, de las armas de sus impuestos y patrones de conducta... sobre todo temen, cuando esa libertad relativa, se vuelve bandera de lucha, estandarte, grito y forma de vida. Todo aquel que traiga esa bandera parchada en su chaqueta pude ser un terrorista... Ahora, ¿qué pasa si me pongo del otro lado? ¿quién es el terrorista?
Se me está acabando el agua, mañana tendré que ir al pueblo a comprar otro bidón, no se me apetece bajar de mi torrecita.
6 dic 2010
17 nov 2010
YO HE SIDO PARTE DE UNA OBRA DE ARTE DE NUESTROS TIEMPOS
Sin embargo me fue difícil darme cuenta. Pasaron los meses y aun no me percataba del valor de lo que había hecho, mi vida, con mis expectativas y ansiedades se iba tropezando como la de todos en la sociedad, esperaba algún momento de luz y de paz para realizarme... como todos los tontos, soñaba, con obras de arte que cambiarían el mundo, como todos los torpes, perdía el tiempo, cada vez que saludaba al día, saludaba al mañana, cada vez que te saludaba a ti, tú saludabas un proyecto de vida. Sin embargo hoy, descanso en paz, hoy me he percatado que soy un miembro valioso de la sociedad, soy un constructor de cultura, portador de los ideales de nuestra sociedad, la obra de la cual fui parte sin saberlo, servirá para quienes en el futuro apunten con sus linternas a este punto oscuro de su historia, esta época que cada uno de nosotros construye con cada acción de sus vidas.
Para darme cuenta del valor de mi acción artística, tuve primero que observar dos obras del pasado: El Partenón y El Acorazado Potemkin. Cuando Ictino y Calícrates construyeron El Partenón, edificaban el alma y la voluntad del humano de su época, cada dios representado por Fidias el escultor, era el dios que resguardaba de dudas al ateniense protegido de sí mismo por su mitología, cada línea recta que corona el monte Pentélico habla del poder del hombre sobre el mundo, es la representación del espacio abstracto en que habita un hombre en su mente, se le indica a quienes lo vean, que efectivamente hay un animal sobre la tierra que tiene el poder de transformarla, se dice a los habitantes del futuro que ya han sido puestos los estandartes de la razón, es un primer paso, es tranquilizador, hablan del hombre, hablan de sus tiempos. Por otro lado al ver el Acorazado Potemkin puedo sentir la voluntad irrefrenable de Eisenstein por decirle al obrero soviético que su verdad no es subjetiva, que hay una verdad palpable, que la película es la experiencia registrada y más que solo esta, que es la esencia. Creo que en ambos casos vemos que la obra artística es indivisible de su contexto, no toma distancia, es un fin para la sociedad que la contiene, así como la sociedad es un fin para esta, la obra quiere asentar en el instante de su creación un pedazo del alma de su cultura para constituirla como cuerpo de su época, crea un hogar a partir de un roble.
Bueno, en mi caso, no fue muy distinto. Desde un comienzo todo tenía una lógica que ahora, con la distancia que me permite el tiempo, puedo ver que estaba a la altura de la lógica de cualquier obra maestra de la calaña de las que recién mencioné. Primero que nada, cuando decidí trabajar en esta obra, lo hice por dinero, no es que lo necesitara, mi situación económica en aquel momento no ameritaba que trabajara, por lo tanto podríamos decir que no solo lo hice por dinero sino que lo hice por ambición, ambición de acaparar más de lo que necesito; me parece hasta aquí haber cumplido a la perfección con los ideales de nuestros tiempos, me parece haber estado haciéndole merito a nuestro propio dios, el dinero, no parece haber nada de oscuro o contracultural en esto, me siento íntegro culturalmente. Ahora, antes de seguir, quisiera aclarar los aspectos técnicos de la labor que yo realicé, mi labor como trabajador de una máquina social, fue la siguiente: utilizar una cámara (Panasonic) para grabar un desfile de modas, lo que yo grababa no era solamente registrado sino que además era simultáneamente proyectado en una pantalla LED ubicada detrás de la pasarela para que todos tuvieran una buena perspectiva del espectáculo. En cuanto llegué al lugar tuve que encarnar una posición dentro de la jerarquía que ya estaba claramente establecida, por un lado agachar la cabeza y obedecer a quienes eran por inferencia de fenotipo, mis superiores, y por otro lado cooperar con quienes parecían ser mis pares, aun cumple con las condiciones de integridad cultural para con nuestra época, asumo un lugar en la sociedad, anhelo el dinero de quien está arriba dándome órdenes y por otro lado miro con falsa empatía a mis compañeros, sabiendo que la verdad es que sé que toda la carne que él come, yo no la comeré. Siento que aquí hay un punto importante de la obra de arte que quienes todos los que trabajamos ahí construimos, y es que cada uno de nosotros con nuestros roles, ambiciones y ansiedades, éramos un claro símbolo de nuestra época, es decir, no solo lo era ya el objeto que estábamos construyendo a nivel técnico, sino que también éramos nosotros como trabajadores representantes de los mismos ideales al fetichizarnos como tales, como trabajadores de un desfile de modas. Como digo, todos fuimos parte de la obra, mi jefe más que yo claramente, pero quiero destacar a ciertas participantes que no solo eran parte de la obra, como yo pude haberlo sido sino que destacaban al ser a la vez parte del objeto (el desfile), parte de la mitología (cultura de mercado) y ser las únicas que llevaban esta representación al resto de sus vidas más allá del evento, me refiero a las modelos anoréxicas que esa noche desfilaron. Y es que es envidiable como esas mujeres se sacrifican día a día para ser símbolos de las más ocultas fuerzas de nuestra cultura de mercado, llegan hacer de esta manera objetos de deseo de hombres y mujeres en un sentido erótico, y especialmente para las mujeres en cuanto constituyen también un ideal de belleza para ellas, sin duda eran los diamantes que servían de ojos a la escultura que esa noche construimos. Recuerdo casi como si fuera una iluminación, un momento muy brillante en la noche, estaba yo disfrutando de la fiesta una vez que había terminado el desfile oficial, y vi para sobre la pasarela a la más delgada de las modelos, ella miraba a un fotógrafo que la retrataba y posaba incesantemente, exudaba elegancia, irreverencia y soberbia. Todos valores tan propios de nuestra época que me dejaron plasmados, todos quienes la observaban sonriendo parecían en lo hondo de sus corazones querer ser ella, en ese momento, o bien querer tener sexo con ella, en lo hondo de sus genitales. Serían innumerables los elemento que creo que hacen que esta obra sea una magistral bandera de la cultura que nos toca habitar hoy en día, pero solo me parece imprescindible destacar uno más, y es que al día siguiente todo había desaparecido, dejando atrás nada más que manchas en las paredes, olores repulsivos y un sordo pitido en los oidos de quienes en aquella mágica noche trabajamos al son del DJ.
Para darme cuenta del valor de mi acción artística, tuve primero que observar dos obras del pasado: El Partenón y El Acorazado Potemkin. Cuando Ictino y Calícrates construyeron El Partenón, edificaban el alma y la voluntad del humano de su época, cada dios representado por Fidias el escultor, era el dios que resguardaba de dudas al ateniense protegido de sí mismo por su mitología, cada línea recta que corona el monte Pentélico habla del poder del hombre sobre el mundo, es la representación del espacio abstracto en que habita un hombre en su mente, se le indica a quienes lo vean, que efectivamente hay un animal sobre la tierra que tiene el poder de transformarla, se dice a los habitantes del futuro que ya han sido puestos los estandartes de la razón, es un primer paso, es tranquilizador, hablan del hombre, hablan de sus tiempos. Por otro lado al ver el Acorazado Potemkin puedo sentir la voluntad irrefrenable de Eisenstein por decirle al obrero soviético que su verdad no es subjetiva, que hay una verdad palpable, que la película es la experiencia registrada y más que solo esta, que es la esencia. Creo que en ambos casos vemos que la obra artística es indivisible de su contexto, no toma distancia, es un fin para la sociedad que la contiene, así como la sociedad es un fin para esta, la obra quiere asentar en el instante de su creación un pedazo del alma de su cultura para constituirla como cuerpo de su época, crea un hogar a partir de un roble.
Bueno, en mi caso, no fue muy distinto. Desde un comienzo todo tenía una lógica que ahora, con la distancia que me permite el tiempo, puedo ver que estaba a la altura de la lógica de cualquier obra maestra de la calaña de las que recién mencioné. Primero que nada, cuando decidí trabajar en esta obra, lo hice por dinero, no es que lo necesitara, mi situación económica en aquel momento no ameritaba que trabajara, por lo tanto podríamos decir que no solo lo hice por dinero sino que lo hice por ambición, ambición de acaparar más de lo que necesito; me parece hasta aquí haber cumplido a la perfección con los ideales de nuestros tiempos, me parece haber estado haciéndole merito a nuestro propio dios, el dinero, no parece haber nada de oscuro o contracultural en esto, me siento íntegro culturalmente. Ahora, antes de seguir, quisiera aclarar los aspectos técnicos de la labor que yo realicé, mi labor como trabajador de una máquina social, fue la siguiente: utilizar una cámara (Panasonic) para grabar un desfile de modas, lo que yo grababa no era solamente registrado sino que además era simultáneamente proyectado en una pantalla LED ubicada detrás de la pasarela para que todos tuvieran una buena perspectiva del espectáculo. En cuanto llegué al lugar tuve que encarnar una posición dentro de la jerarquía que ya estaba claramente establecida, por un lado agachar la cabeza y obedecer a quienes eran por inferencia de fenotipo, mis superiores, y por otro lado cooperar con quienes parecían ser mis pares, aun cumple con las condiciones de integridad cultural para con nuestra época, asumo un lugar en la sociedad, anhelo el dinero de quien está arriba dándome órdenes y por otro lado miro con falsa empatía a mis compañeros, sabiendo que la verdad es que sé que toda la carne que él come, yo no la comeré. Siento que aquí hay un punto importante de la obra de arte que quienes todos los que trabajamos ahí construimos, y es que cada uno de nosotros con nuestros roles, ambiciones y ansiedades, éramos un claro símbolo de nuestra época, es decir, no solo lo era ya el objeto que estábamos construyendo a nivel técnico, sino que también éramos nosotros como trabajadores representantes de los mismos ideales al fetichizarnos como tales, como trabajadores de un desfile de modas. Como digo, todos fuimos parte de la obra, mi jefe más que yo claramente, pero quiero destacar a ciertas participantes que no solo eran parte de la obra, como yo pude haberlo sido sino que destacaban al ser a la vez parte del objeto (el desfile), parte de la mitología (cultura de mercado) y ser las únicas que llevaban esta representación al resto de sus vidas más allá del evento, me refiero a las modelos anoréxicas que esa noche desfilaron. Y es que es envidiable como esas mujeres se sacrifican día a día para ser símbolos de las más ocultas fuerzas de nuestra cultura de mercado, llegan hacer de esta manera objetos de deseo de hombres y mujeres en un sentido erótico, y especialmente para las mujeres en cuanto constituyen también un ideal de belleza para ellas, sin duda eran los diamantes que servían de ojos a la escultura que esa noche construimos. Recuerdo casi como si fuera una iluminación, un momento muy brillante en la noche, estaba yo disfrutando de la fiesta una vez que había terminado el desfile oficial, y vi para sobre la pasarela a la más delgada de las modelos, ella miraba a un fotógrafo que la retrataba y posaba incesantemente, exudaba elegancia, irreverencia y soberbia. Todos valores tan propios de nuestra época que me dejaron plasmados, todos quienes la observaban sonriendo parecían en lo hondo de sus corazones querer ser ella, en ese momento, o bien querer tener sexo con ella, en lo hondo de sus genitales. Serían innumerables los elemento que creo que hacen que esta obra sea una magistral bandera de la cultura que nos toca habitar hoy en día, pero solo me parece imprescindible destacar uno más, y es que al día siguiente todo había desaparecido, dejando atrás nada más que manchas en las paredes, olores repulsivos y un sordo pitido en los oidos de quienes en aquella mágica noche trabajamos al son del DJ.
17 may 2010
Desde hace años que hago crujir los nudillos de los dedos de mis pies, es un intento de desgarrar la suela del zapato, usar la uña como una gudia para atravesar y dar un palazo en la tierra amontonando un resto de planeta entre la carne y el hueso. Siempre anhelo que alguien los escuche, compartir un poco de mi desasosiego. Al hacerlo desfila un huerto frente a mi ojos, mis pies imaginarios encuentran su lugar penetrando la negra tierra de hojas. Pero es una fracción de segundo, luego vuelven los suelos enlozados, loz zapatos, los calcetines, las piernas bípedas.Es como querer atrapar los cristales del gélido cielo celeste en un amanecer despejado con solo un profundo inspirar. Luego exalas... y la cabeza, ese organo no ornamental, vuelve a aparecer en su forma lingüística a apoderarse del paisaje. Nuestra pequeña maldición.
29 abr 2010
UNO QUE SE ARTÓ
Parado frente a este comité y sabiendo que mis peticiones no serán escuchadas, me atrevo a hacer una declaración que toca la fibra más sensible de mis compromisos ideológicos, creo que todas mis eternas cavilaciones, compañeros, están resumidas en la pequeña reflexión que me preparo a brindarles. Tiene también que ver con los impulsos a lo largo de mi carrera investigativa que nunca han llegado a concretarse, por el simple motivo de que yo, tanto como ustedes, y como quizás todos los hombres de hoy en día, sea un cobarde.
La petición es simple, pude sonar profética o apocalíptica, pero no lo es, es solo que al abandonarlos me siento parado frente a un abismo que me llena de urgencia. Quisiera, que desde hoy volcaran su mirada a los niños, no para enseñarles sino que para aprender de ellos. Quisiera saber observando a los niños: quién es el mago, quién es el artista, quién es el político. Siento que ellos podrían demostrárnoslo tanto mejor. Miren a un grupo de niños jugando y reconozcan qué roles cumplen, ahí está la humanidad señores, lo que aquí practicamos es la perversión, no hacemos más que cumplir expectativas de otros mientas la vida se nos pasa estancados en la burocracia, un niño no pierde un minuto y si parece que pierde, es porque se está conectando con cosas auténticas. Así señores abandonen sus escritorios y vayan a jugar con sus hijos a ver si de una vez por todas generamos algo, entre tantas buenas intenciones que el tiempo ahoga. Eso haré yo, caballeros, los abandono.
Después de que cerró la puerta nadie se atrevía a mirarse las caras, algunos cuantos hubieran querido buscar complicidad en otras miradas pero prefirieron ahorrarse la vergüenza que pasarían en caso de no hallar la empatía. Por otro lado, Él, el que logró ser auténtico, se irá… buscará en su interior al niño que perdió y encontrará qué rol cumplir en este mundo, un rol más puro, sin pretensiones superficiales… tal vez lo logre, quién sabe. El punto es que la historia se trata de él y no del montón de huevones que se quedaron mirando.
La petición es simple, pude sonar profética o apocalíptica, pero no lo es, es solo que al abandonarlos me siento parado frente a un abismo que me llena de urgencia. Quisiera, que desde hoy volcaran su mirada a los niños, no para enseñarles sino que para aprender de ellos. Quisiera saber observando a los niños: quién es el mago, quién es el artista, quién es el político. Siento que ellos podrían demostrárnoslo tanto mejor. Miren a un grupo de niños jugando y reconozcan qué roles cumplen, ahí está la humanidad señores, lo que aquí practicamos es la perversión, no hacemos más que cumplir expectativas de otros mientas la vida se nos pasa estancados en la burocracia, un niño no pierde un minuto y si parece que pierde, es porque se está conectando con cosas auténticas. Así señores abandonen sus escritorios y vayan a jugar con sus hijos a ver si de una vez por todas generamos algo, entre tantas buenas intenciones que el tiempo ahoga. Eso haré yo, caballeros, los abandono.
Después de que cerró la puerta nadie se atrevía a mirarse las caras, algunos cuantos hubieran querido buscar complicidad en otras miradas pero prefirieron ahorrarse la vergüenza que pasarían en caso de no hallar la empatía. Por otro lado, Él, el que logró ser auténtico, se irá… buscará en su interior al niño que perdió y encontrará qué rol cumplir en este mundo, un rol más puro, sin pretensiones superficiales… tal vez lo logre, quién sabe. El punto es que la historia se trata de él y no del montón de huevones que se quedaron mirando.
28 abr 2010
UNO QUE INÚTILMENTE DUDA DEL CENTRO
Nos pasamos buscando centros, es una obsesión inútil, no me refiero a centros de acopio o a centros de madres, que dependiendo de la edad de las madres puede llegar a ser lo mismo, me refiero a centros más abstractos, o más concretos, no sé si viene de una noción figurativa o viene de alguna armonía interna, de esas que solo los sabios o los charlatanes han logrado ver. Esto lo digo porque dudo que algo real tenga un centro exacto, aun así, nosotros métale buscando centros, he llegado a creer que inventamos el círculo para poder imaginarnos algo con un centro exacto. Aunque tengo especial afecto por los círculos me refiero a unos centros más metafísicos si se quiere. ¡Vuelve a tu centro! Le han dicho a más de uno… no sabemos qué hacer, más se nos pierde cuando intentamos enfocarlo, primero dime donde está y luego pienso si es que puedo llegar, porque para mí que hay un laberinto a ese centro y seguro que está mal calculado y al final quedas parado al lado pero contento, como la mayor parte de las veces creyendo que lo has hecho bien. Algunos van más lejos y dicen que el centro ese, está ubicado a medio camino entre el inconsciente y el yo consciente, para mí que se complican, está bien, me miro a mí mismo, pero, mis ojos no están al centro, están uno a cada lado, mis orejas, mis manos, mis rodillas y mis fémur también. Qué pasaría si buscáramos un lado en vez de un centro, media vuelta a los intelectuales y a los místicos: un lado. Si los juntáramos a todos y les dijéramos que el meollo del asunto, como sospechábamos, efectivamente no está al centro sino que está a un costado, ahí donde molesta y desequilibra, jode pero bueno ya es una verdad irrefutable, un costado ¡qué molesto, que indigno! los reyes ha diferencia de los niños con sus gorras, nunca han usado las coronas hacia un lado. Ya veo como se inquietarían los sabios en sus sillas, como intentando rascarse una extremidad amputada. Puedo apostar que se levantarían las faldas de sus teorías y se pararían encima del punto que les indicamos para volverlo el centro a la fuerza, de hecho creo que lo han hecho todo el tiempo, quizás haya que estar más atento, quizás cuando se levantan la falda podemos ver porqué les gusta tanto el centro.
La verdad es que, es que bueno, respecto a esto, sí hay en el cuerpo algunas partes que sí están en el centro, está bien, estaba manipulando información, se trata, en primer lugar de la boca, que cada vez que la uso para cosas indebidas tales como hablar termino por cansarme más de ella; por otro lado está el ano, que es aunque la boca lo resienta, el lugar más expresivo del cuerpo, mis respetos a ese centro; y el centro de entre todos los centros, nuestros penes y vaginas, los imanes de las masas, donde todos los animales olfatean, el centro exacto del hombre de Vitruvio, cuando pensamos desde ahí no dudamos dentro de lo posible, tal vez por eso intuimos que en el centro está la gran cosa, la gran respuesta, quizás tiene más que ver con experiencias que con teorías, que bonito sería si así fuera.
Después de todo quizás tenga algo de sentido esa obsesión, o por lo menos un origen, aunque si alguien algún día dice que ha encontrado el centro, habrá que recordarle que le ha echado demasiada agua al fuego, o bien que está hablando en un momento en que debería estar concentrado en otras faenas, no sé si me explico.
La verdad es que, es que bueno, respecto a esto, sí hay en el cuerpo algunas partes que sí están en el centro, está bien, estaba manipulando información, se trata, en primer lugar de la boca, que cada vez que la uso para cosas indebidas tales como hablar termino por cansarme más de ella; por otro lado está el ano, que es aunque la boca lo resienta, el lugar más expresivo del cuerpo, mis respetos a ese centro; y el centro de entre todos los centros, nuestros penes y vaginas, los imanes de las masas, donde todos los animales olfatean, el centro exacto del hombre de Vitruvio, cuando pensamos desde ahí no dudamos dentro de lo posible, tal vez por eso intuimos que en el centro está la gran cosa, la gran respuesta, quizás tiene más que ver con experiencias que con teorías, que bonito sería si así fuera.
Después de todo quizás tenga algo de sentido esa obsesión, o por lo menos un origen, aunque si alguien algún día dice que ha encontrado el centro, habrá que recordarle que le ha echado demasiada agua al fuego, o bien que está hablando en un momento en que debería estar concentrado en otras faenas, no sé si me explico.
18 ene 2010
HOY
Ser feliz hoy es lo que nos tiene frágiles y haciendo equilibrio en una espada. Ser feliz sabiendo, sabiendo más que nunca, que no hay más que sufrimiento, que si somos felices somos probablemente los únicos, los hipócritas. Y eso se debe al estado de nuestras almas, las almas saben de futuro y saben de pasado, porque habitan el presente momento oportuno. Las hermosas almas a diferencia de nosotros nunca yerran del centro de su mándala, nunca sus geometrías desencajan con los vértices de sea cual sea el paisaje. A partir del odio nosotros entorpecemos el camino de las almas, nos resistimos al impulso que nos dan hacia el paisaje, nos resistimos a la penetración constante del ser, el temor más grande que tenemos es el temor a ser nosotros mismos. Más duro es ahora en que todo dice que no seamos nosotros ya que de vivir de verdad, de vivir con la piel al revés y en contacto con el aire, seríamos quemados por el aliento de los niños que agonizan a cada segundo, nacería una locura inabarcable, que significa la estupidización de la máquina que quiere aparecer infalible, y nosotros también queremos que se vea impecable, consagramos vidas enteras a deberes inútiles que vienen a limpiar con paños minúsculos hasta los más pequeños recovecos del monstruo que queremos hacer parecer de cristal. Mejor será que no nos entreguemos al no tiempo, al presente, no vaya a ser que esa posibilidad sea más que lo que nosotros podemos aguantar...
¡Pero más que todos nosotros juntos yo creo que no puede ser! Pongámonos en un pie y saltemos sobre el pasado y sobre el futuro, saltemos cantando nuestros miedos al mundo para dejarlos ir como pájaros que vuelven ansiosos a la bandada tras haber sido liberados de la jaula del pudor, seamos débiles en superficie, infalibles en el corazón, nobles en apariencia. Cayo una carcajada esta noche con estas letras cansadas de escapar, cayo un aullido, cayo el estupor del mundo por un segundo. Si vivimos de las letras, si nos alimentamos de estas si nos relacionamos con nuestras almas y máscaras a partir de estas, si es así entonces espero que este rayo en el mundo de las letras, este aletear de polilla, cause un eco, en los enormes pasillos de la indiferencia, entre las espaldas de quienes se niegan a mirar, espero que este aletear alerte al menos a uno esta noche, para que mañana despierte recordando un sueño, impregnado de magia, queriendo vivir en el aullido que antes se acumulaba en un cáncer de sus vísceras.
Un perro habla de almas, un gusano habla de sueños, un átomo habla del mundo; como la muerte que en todo el día no puede parar de hablar sobre la vida.
No hay rescate, no hay fuerzas foráneas, ni extraterrestres ni ángeles, hay la posibilidad del contacto profundo con este lugar donde a borbotones brota el petróleo de la pasión envolviendo los diamantes del ser, hay la posibilidad de ese contacto, algunos lo llamarán amor, pero nos daremos cuenta que cualquier palabra termina por reducirlo.
¡Pero más que todos nosotros juntos yo creo que no puede ser! Pongámonos en un pie y saltemos sobre el pasado y sobre el futuro, saltemos cantando nuestros miedos al mundo para dejarlos ir como pájaros que vuelven ansiosos a la bandada tras haber sido liberados de la jaula del pudor, seamos débiles en superficie, infalibles en el corazón, nobles en apariencia. Cayo una carcajada esta noche con estas letras cansadas de escapar, cayo un aullido, cayo el estupor del mundo por un segundo. Si vivimos de las letras, si nos alimentamos de estas si nos relacionamos con nuestras almas y máscaras a partir de estas, si es así entonces espero que este rayo en el mundo de las letras, este aletear de polilla, cause un eco, en los enormes pasillos de la indiferencia, entre las espaldas de quienes se niegan a mirar, espero que este aletear alerte al menos a uno esta noche, para que mañana despierte recordando un sueño, impregnado de magia, queriendo vivir en el aullido que antes se acumulaba en un cáncer de sus vísceras.
Un perro habla de almas, un gusano habla de sueños, un átomo habla del mundo; como la muerte que en todo el día no puede parar de hablar sobre la vida.
No hay rescate, no hay fuerzas foráneas, ni extraterrestres ni ángeles, hay la posibilidad del contacto profundo con este lugar donde a borbotones brota el petróleo de la pasión envolviendo los diamantes del ser, hay la posibilidad de ese contacto, algunos lo llamarán amor, pero nos daremos cuenta que cualquier palabra termina por reducirlo.
12 sept 2009
MUESO ANTROPOLÓGICO DE MÉXICO

la imaginación de la pulga, puede ver libre, en la historia.
Ahí estaba yo, a los pies de una inmensa columna de piedra, en ella tallada los rostros de la historia y sobre ésta, sostenida inexplicablemente, una inmensa plataforma de metal que cubría todo el gran patio de piedra como si pendiera de un hilo, difícil decir si el cielo sostenía al suelo o era al revés, sería inútil mencionar mi relación de proporción con aquel monumento, tan solo puedo decir que me ubicó en el lugar ideal, el de la insignificancia, en el lugar de una pulga frente a su futuro anfitrión ansioso por succionar un poquito de la sangre de la historia que éste lugar prometía. Así estaba yo, con el potencial de una brisa que se enfrenta a una montaña, dispuesto a observar tranquilo mi pasado, sin ansias ya que los hechos, hechos están, un hombrecito del presente puede escribir cuanto quiera del pasado y sin embargo éste, se mantendrá inamovible como una montaña que se enfrenta a una brisa.
Al entrar a la primera sala me enfrenté de bruces con un modelo hiperrealista de Lucy, la mujer antropomórfica más antigua que se ha encontrado, está a punto de caminar, le brillan los ojos, sus pelos se mueven al viento, está dispuesta a envolver en su útero nuestra historia y nuestro futuro, y aun así a seguir caminando sin importarle el peso. La sala muestra en delicadas maquetas los pasos de nuestros primeros antepasados, de esos que aun eran frágiles animales con mentes sofisticadas que vagaban intentando sobrevivir entre los tobillos de mamíferos gigantes. Una maqueta en especial muestra a diez hombres luchando contra un mamut que se hunde en el lodo, los hombres portan las lanzas y su inteligencia y sin embargo mueren varios mueren y otros salen heridos, la bestia es inabarcable, es indomable, la bestia por sobre todas las cosas no está explicada aun.
Me imagino a estos hombres sin suficientes palabras para describir su mundo como seres sensoriales aun viviendo en una zona en que los conceptos no vencían a la sensación y en que lo inexplicable era pan de cada día. Así, me veo como un adolescente en la prehistoria, agudizando los sentidos, el animal más grande que he visto en mi vida es un venado que una vez logramos cazar, ahora estoy apunto de cazar un roedor para alimentar a mi mujer embarazada, no conozco de vastedades, toda mi vida he habitado en un bosque, huelo algo distinto, siento temperaturas anormales, y es que sin saberlo me estoy acercando a los límites del bosque del cual nunca he salido, se me escapa la presa, descanso unos segundos, veo luz a lo lejos, me acerco a ésta y llego a un pequeño claro, a la distancia escucho algo, es como el galopar de un venado pero tan fuerte como nunca lo he escuchado, me quedo en silencio para oír, mi corazón se acelera, está cada vez más cerca, es un sonido tan potente y mis oídos son tan puros que parece venir de otro mundo, excede los parámetro de mi realidad, al ruido lo acompaña un bufido, me pego al árbol que está a mi espaldas con todas mis fuerzas, el sonido ya está por llegar, en cualquier momento aparecerá en mi vista. Irrumpe inmenso como un estallido en el claro, más grande que cualquier criatura que yo haya visto antes, con enormes cuernos y una energía inmensurable que me hacer sentir muerto frente a tanta vida, mi aliento se paraliza por unos segundos y la bestia pasa, sigue de largo, yo vuelvo a la vida, como tocado por una energía poderosísima, estoy tiritando, corro de vuelta a donde me espera mi tribu y comienzo a reír, acaba de pasar frente a mí lo jamás contenido, la energía imparable, deseo llegar y pintar lo que acabo de ver, deseo poder contener aunque sea la sombra de su sombra en las murallas de una cueva, poder abarcar a la criatura aunque sea en el sentido más abstracto. Y entonces creo, genero colores, genero líneas, todo para ser parte de esa energía inexplicable).
La siguiente sala muestra los primeros artefactos generados por el hombre, ya sea rituales o prácticos, casi todos contienen figuras animales, capturan esa energía de la naturaleza que ya no se escapa de los dedos, ya que ahora somos capaces de hablar sobre eso, de esculpir sobre eso, de rodearlo conceptualmente en nuestros cerebros, de asociarlo con nuestras vivencia e imaginaciones, gracias a que la historia ya ha sido contada, a que nuestros antepasados ya vivieron el asombro para incorporarlo. Me da la sensación que lo que quieren decir esas jarras con caras de jaguares que decoraban los hogares precolombinos, es, nosotros nos sorprendimos, nos asustamos, pero ahora abarcamos, contenemos e incluso somos parte de esas energías inexplicables, gracias a que podemos contar historias sobre ellas, gracias a que nuestro lenguaje es capaz de abrazarlas.
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